Durante este fin de semana he tenido la alegría de haber podido acoger en Zaragoza, junto con mi familia, un pequeño encuentro de miembros del Moceop (Movimiento por el Celibato Opcional), la mayoría sacerdotes casados. Pertenecemos a este movimiento desde hace años. Han venido de Albacete, Madrid, Valencia, Vitoria, Teruel…
Todos sentimos que hemos sido llamados a servir a la Iglesia desde una vocación particular, la de ser sacerdotes y, a la vez, poder tener una familia. La Iglesia no reconoce hoy ese ministerio que existió durante los primeros mil años y que se conserva en las Iglesias Ortodoxas, Reformadas y en las personas de algunos sacerdotes católicos que, por ciertas circunstancias (haber sido ordenados como tales bajo la represión del comunismo en Europa del Este, haberse convertido a la Iglesia Católica desde el Anglicanismo…) se les ha permitido seguir ejerciendo su ministerio aún estando casados. Hemos orado, de nuevo, para que pronto llegue lo que cantaba Labordeta: “También será posible que esa hermosa mañana, ni tú, ni yo, ni el otro, la lleguemos a ver, pero habrá que forzarla para que pueda ser”.
Contemplo a mis hermanos y hermanas y veo tal belleza en sus vidas, tanta madurez, tanto compromiso evangélico en causas humanas, familiares, sociales, de marginación… que doy gracias al Señor por la maravilla de su Espíritu, que sopla donde quiere. ¡Gracias por compartir tanta lucha, tanta esperanza, tantos sueños de una Iglesia nueva!
Encuentro Moceop 2014
