Hemos vuelto a visitar el orfanato de Nkwen. Lo creó hace unos siete años un pastor evangélico de Sevilla con ayuda de varias organizaciones y lo administra Phillip Ndifor, amigo mío desde que era miembro del grupo juvenil de la parroquia de San Miguel, albañil y responsable del almacén de materiales de los proyectos de construcción de nuestra misión. Mamy Celine es la madre de la casa.
El orfanato suele tener unos 140 niños y niñas, pero ahora sólo están unos veinte pues han marchado de vacaciones todos los que han podido ser enviados con sus familiares dado que no hay modo de darles de comer. La crisis económica en España ha afectado a este proyecto. Las comunidades evangélicas andaluzas que lo sustentan no pueden pagar todos los gastos que genera. El primer día que vivimos vimos verdadera necesidad y hoy hemos traído tres sacos de comida y el ordenador que donó Nacho Sancho, que se queda aquí. Pablo y Daniel han estado enseñándoles a jugar a los niños el rato que ha durado la batería, pues no había electricidad en ese momento.
Hemos disfrutado de la acogida que nos han dispensado, de la oración con ellos y de su alegría. Dudamos, sin embargo, de que mañana haya electricidad para este ordenador…