En diversas manifestaciones por toda España, centenares de familias hemos acompañado a los niños y niñas saharauis a quienes hemos acogido a través del programa “Vacaciones en paz” a gritar y reclamar un Sáhara libre e independiente. En nuestro caso, ha sido a través de la asociación aragonesa “Um Draiga”, que hace una labor fenomenal.
Esta año, la convivencia con el chico que ha compartido por segundo año nuestra vida familiar ha sido una escuela socrática, de caminar hablando de muchos temas, escuchando sus razonamientos, aprendiendo de sus intuiciones, corrigiéndole también estereotipos y prejuicios, sobre todo de tipo sexista (el hombre y la mujer no son iguales) y también social (todos los marroquíes son “malos”). Sobre todo hemos conocido mejor cómo es la vida en los campamentos de Tinduf, donde una gran parte del pueblo saharaui lleva resistiendo y esperando desde hace más de 40 años.
¿Y cuánto más estarán allí? Es mi humilde opinión que, si no se movilizan más, seguirán en la hamada, en el desierto duro, mucho, mucho más tiempo. A nadie le regalan la libertad y la justicia, desgraciadamente; hay que conquistarlas. Es mucho lo que el pueblo saharaui puede hacer por ayudarse a sí mismo a salir de la modorra en la que lo han colocado tanto los marroquíes como la ONU, que es incapaz de forzar un referéndum de autodeterminación con garantías. “Pan y circo” era la fórmula romana para que el populacho no se levantara contra los dirigentes. Aquí también hay pan y circo, aunque poco de ambos, pero parece ser suficiente para mantener a este pueblo sin hacer mucho ruido.
Se puede hacer mucho más en los ámbitos de la acción ciudadana y política. No dejemos que se duerman y dejan de luchar. No los dejemos solos en la lucha. Para ello, lo primero estar informados con el acontecer de cada día. Este año se han conseguido pequeñas victorias en Europa, que no permite que Marruecos negocie con la pesca de las costas saharauis. Más información y campañas en la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara.