Cuando tenía 15 años ocurrió el precipitado abandono del Sáhara por parte de España y las desastrosas consecuencias que esta descolonización mal hecha tuvieron para los saharauis: masacres perpetradas por Marruecos tras su ocupación ilegal, la represión, la guerra, los campos de refugiados, el limbo en el que se ha convertido la RASD debido a la inoperancia de la ONU…
No podemos olvidar que llevan 41 años en el desierto. Me ha dolido cada uno de ellos. Recuerdo haber brindado con un chico saharaui hace 20 años, al grito de “¡El año que viene, en El Aaiún!”, cuando había esperanzas de que pudiera celebrarse el referéndum de autodeterminación que marcó la ONU… Pero los años han pasado y las presiones del capitalismo internacional (en especial el francés, estadounidense y español) que aúpa a la monarquía alauita evitan por todos los medios que se pueda celebrar esta votación.
Este verano estamos acogido en nuestra familia a un niño saharaui que ha llegado adentro del programa “Vacaciones en Paz” con el que llegan cerca de 7000 niños a España cada año. Ha sido a través de la Asociación “Um Draiga” de Zaragoza, con quienes fuimos de excursión a un pueblo del sur de Zaragoza.
Es una delicia de chaval: listo, obediente, disciplinado, cariñoso… Él y el resto de niños venidos a Zaragoza fueron acogidos por la Diputación Provincial de Zaragoza, el Ayuntamiento y el Gobierno de Aragón el pasado 3 de julio. El alcalde, Pedro Santisteve, entre otros, tuvo unas bonitas palabras de bienvenida para ellos. Ellos son embajadores de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) y nos recuerdan cada año que hay más de cien mil refugiados en Tinduf y otros campos de refugiados en Argelia y el Sáhara liberado.
Hemos tenido la suerte de conocer a algunos familiares de nuestro chico, pues su padre vino a ser atendido de las secuelas de la guerra saharaui-marroquí. Se encuentran en otra comunidad autónoma, por lo que nos agradecieron vivamente que les lleváramos al niño y quisiéramos conocerlos. Día de fiesta, de comida intercultural, de alegría, incluso de oración compartida. Juntos rezamos, cada uno llamando a Dios de una manera, con la misma petición: ¡Que la paz, la justicia y la libertad vengan a este sufrido pueblo!
¡Viva el Sáhara libre!