Estamos en plena lucha contra el coronavirus, pero no es el único virus al que nos enfrentamos. Hay otros patógenos que llevamos dentro, agazapados, esperando que bajen nuestras defensas para infectarnos. He aquí un breve inventario para que nos pongamos el termómetro –yo el primero– no vaya a ser que nos ataquen estas otras fiebres.
El expiavirus o virus del “chivo expiatorio“. En todas las edades y culturas, cuando llegaba la peste, el cólera o el tifus, la gente se lanzaba a buscar un culpable, alguien a quien cargarle la responsabilidad de la situación. El ritual del chivo expiatorio aparece en el libro del Levítico. Paradójicamente, ha sido el pueblo judío el chivo expiatorio más común de nuestra triste historia. Hoy, ante esta pandemia, no faltan quienes culpan a los chinos, y ya hay noticias de personas inocentes insultadas en la calle por el único pecado de tener rasgos orientales. Cada contagiado corre el riesgo de acabar siendo acusado de traer el virus a una familia o colectivo, algo que en ciertas comunidades puede ser terrible.
El conspiravirus o virus del “esto me huele mal“. Nunca faltan teorías conspiratorias en estos casos. Y como la sospecha es barata, cada uno nos sentimos libres de inventarnos la nuestra, más aún en este mundo de bulos y noticias falsas donde los responsables nunca acaban ante los tribunales. Ya corren por ahí mensajes que aseguran que esto es un plan chino para dominar occidente, mientras los chinos ven la mano de los Estados Unidos en Wuhan en plena guerra tecnológica. Cuando una de estas ideas prende, recorre las redes sociales como la pólvora. Todos somos responsables de seguir propagándolas o de tirarlas a la basura.
El egovirus, o virus del “sálvese quien pueda“. Esta no es solo una crisis sanitaria, sino el mayor examen de fraternidad que hayamos tenido nunca como personas y como pueblos. Nos hemos visto acaparando productos en las tiendas, y compitiendo en los mercados internacionales por respiradores y pruebas clínicas. Económicamente, es difícil predecir cómo estaremos cada uno cuando esto escampe. Lo único cierto es que mucha gente está afectada ya: millones de desempleados más, miles de empresas que quizá no vuelvan a levantar la persiana. Nos queda la Seguridad Social, por maltrecha que esté, pero no a todos. Pensemos en la legión de mujeres y hombres que recogen nuestras cosechas, ayudan a limpiar nuestras casas o cuidan a nuestros ancianos. La inmensa mayoría son inmigrantes sin contratos, muchos de los cuales solo tienen la paga directa de sus servicios, que ahora no están recibiendo… ¿Y Siria, Libia, Venezuela…? Fuera del radar de los periódicos. Tiempo es, a nivel europeo, de dejar de ir cada uno a lo suyo. Pero también a nivel mundial. ¿Alguien se acuerda de aquel sueño que llamábamos Naciones Unidas?
¡Cuídate, hermana! ¡Cuídate, hermano! Las consecuencias de estos virus pueden ser, a la larga, más letales y devastadores incluso que la actual pandemia.
Cuanta razón tienes, Juan!!
Tenemos que aprender mucho de esta situación q estamos viviendo.
Por supuesto que las consecuencias de esta pandemia son ya devastadoras. Pero no recuerdes solo a los inmigrantes, las pequeñas empresas de nuestro país veremos qué sucede con muchas de ellas. En casa de mis hermanas ya desde hace 15 días no entran ingresos: mi hermana mayor en un ERE, mi cuñado autónomo, decorador, sin ingresos; mi hermana pequeña, asistenta, no trabaja no cobra,su marido desde la crisis haciendo chapuzas…. como verás no hace falta recordar sólo a los de fuera.
Gracias por tus reflexiones