Hemos subido unos días al Pirineo y coincidimos con el obispo de Barbastro, Ángel Pérez Pueyo, que estuvo en nuestra parroquia de Sesué dentro de una visita pastoral a todo el valle de Benasque. Santos, un amigo del pueblo, me pidió que le preparáramos unas jotas, y aquí van, resumiendo las dificultades de un ministerio pastoral donde dos sacerdotes sirven a unos treinta pueblecitos, entre ellos Raúl Álvarez, colombiano y párroco de Castejón de Sos:
A nuestro hermano Ángel
le queremos recordar
que estos valles necesitan
mucho esfuerzo pastoral.
En esta tarde de encuentro
el mismo Papa diría
que un pastor que huele a oveja
es una gran alegría.
La Iglesia no es solo misas,
que es vivir en hermandad
y llevar el Evangelio
casa a casa, a cada hogar.
La parroquia de Sesué
hoy le quiere enviar
con todas las bendiciones
de este valle de Benás.
Al acabar el diálogo con el obispo, la comunidad había preparado una merienda compartida. Durante este rato, Ángel habló con mis hijos que, a pesar de no estar muy enganchados al fenómeno del Pokemon Go, saben de qué va. Y juntos estuvieron ideando cómo se podría meter esta fiebre mundial dentro de una homilía, o qué maravilloso sería un juego que nos hiciera descubrir que cada persona con la que nos cruzamos en la calle no tiene cerca a un pokemon, sino que lleva la misma presencia de Dios.
Gracias, Ángel, por ser un pastor de los que huelen a oveja, como pide el Santo Padre a todos los obispos y sacerdotes.