Me ha gustado este artículos de Religión Digital que el autor, Dumar Iván Espinosa Molina, titula “Un ejército de curas dispensados, reservistas en primera línea para apoyar a los sacerdotes“
Yo mismo, al comenzar la pandemia, volví a buscar mi “rescripto”, el documento que recibimos los sacerdotes al recibir el permiso para casarnos. En él aparece claramente que debemos renunciar a presidir la celebración de cualquier sacramento. Pero deja abierta una vía de emergencia: escuchar en confesión a una persona en peligro de muerte.
Personalmente, he intentado vivir en el servicio desde que recibí ese rescripto, y trabajo en la parroquia, con niños y jóvenes, como educador en mi colegio –con bastantes funciones pastorales–, en dos grupos de familias cristianas (LAR y Uni2aJesús), en el grupo Bo Be Nka’a que creé en Camerún, en mi página www.ciberiglesia.net que creé en 1998, en mis blogs, como presidente de la asociación EsperanzARTE de artistas cristianos, apoyando a varias ONG y plataformas en lo que puedo…
Es cierto que, de vez en cuando, me recome el gusanillo de por qué no puedo ayudar a un sacerdote de más de ochenta años que está conduciendo con cadenas en un pueblo del Pirineo. Pero tomé la decisión, con mi esposa, de obedecer a la Iglesia y ocupar el puesto al que me relegaba el rescripto. Por ello, cuando nos juntamos con nuestros hermanos del MOCEOP, curas casados en su mayoría, soñamos con una Iglesia más inclusiva y evangélica. La lástima es que se va pasando la vida y nuestros talentos no dan todo el fruto que podrían dar… Pero es lo que nos toca, con dolor y esperanza. Y seguimos cantando con Labordeta: “También será posible que esa hermosa mañana, ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver, pero habrá que forzarla para que pueda ser”.
Y, cuando sea, que no se quede en unas migajas, una especie de amnistía forzada por la crisis. No sé en qué acabarán las reformas pendientes de la Iglesia tras el terrible azote de esta pandemia, pero es evidente que deberá haber una revisión importante de los ministerios. Espero que no sea simplemente dejar que los sacerdotes casados podamos ayudar a la Iglesia de otras maneras. Si solo fuera eso, sin revisar el modelo clerical y patriarcal, poco haríamos.
Creo en una Iglesia donde cada cristiana o cristiano asume su propio ministerio, según sus dones y carismas y las necesidades de su comunidad. Creo en una Iglesia donde hombres y mujeres, como Jesús lo quiso, vivimos en pie de igualdad. Creo en una Iglesia donde cada comunidad y parroquia escriben su propia historia de salvación, asumiendo su responsabilidad de discípulos y discípulas de Jesús en su entorno local. Creo en una Iglesia acogedora, abierta a distintas espiritualidades, sembradora de la unidad de todos los cristianos, en diálogo con la Cultura y la Ciencia, en permanente conversión, que pone a los pobres y excluidos en los primeros puestos de la mesa, signo del Reino de Dios en la gran Familia Humana. Y en ella queremos servir como familia sacerdotal.
Gracias por tu dedicación por tu implicación siempre pendiente del hermano, siempre embarcado en proyectos nuevos y no tanto, pero siempre desde la humildad y la justicia social, gracias porque junto con tu familia nos habéis acompañado, enseñado y dado ejemplo de solidaridad. Un beso Juan
Rezo para que esos deseos se hagan realidad Juan. Un fuerte abrazo.
Me gusta, Juan.
Siempre he creido que era el camino a seguir
Gracias Juan:
Por tu contribución permanente a la Iglesia como maestro, feligrés y la implicación de tu familia.
Un abrazo y un gracias de corazón.
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Que así sea… Esta iglesia aunque Francisco intenta reformas, está todavía muy corrupta y lejos de pisar tierra en su mayoria. Es un escape
También rezo porque llegue pronto el día en que sepamos desprendernos de todas las cosas que estrechan el camino hacia el Reino.
Un abrazo.
Nadie mejor que tú ha definido cómo debe ser la Iglesia. Siempre he pensado que todos, sin distinción, estamos embarcados en el mismo barco, por lo tanto todos tenemos que remar, y cada uno con sus propias fuerzas, que son los dones que el Espíritu envía. Yo también lucho por una Iglesia inclusiva, colaboradora, que de vida a los ministerios y que se enriquezca en su variabilidad. Que deje realmente que se lleve a cabo la corresponsabilidad entre los sacerdotes y los fieles laicos. En fin, la Iglesia que Jesús hubo pensado desde el primer momento, pero que, por desgracia, no termina de llegar.
También creo en esa iglesia que dices. Sería estupendo si los cambios que tiene que haber en la Iglesia(sacerdotes casados, laicos comprometidos no sólo mano de obra, mujeres… ¡no saben qué hacer con nosotras!… (¡Será miedo! aunque Jesús no lo tenía y las lecturas de la Pascua quedan bien claras)fueran decisiones serias de ponerse en marcha.
Pero no, lo que parece es que se va dejando y, lamentablemente, hay sacerdotes muy mayores que hacen lo que pueden. Es triste pensar que los cambios vendrán por las matemáticas (restando) en vez de con impulso creativo viendo que el Pueblo de Dios es mucho más que sólo jerarquía, sólo sacerdotes…
Gracias y un saludo, Mari Paz López Santos
Tus aspiraciones van por el camino correcto. Pero nuestra Iglesia jerárquica NO quiere cambiar. Circunstancias como las actuales deberían hacerles reflexionar al menos…
Las cadenas de la tradición de barro nos dificultan mucho seguir al Espíritu. No estamos convencidos de que “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. El sometimiento a la “ropa talar” es increíble en pleno siglo XXI.
Te estoy muy cerca.
Gracias por tu testimonio, por tu fidelidad al Evangelio, a La Iglesia, eres sacerdote para siempre, con el Unico y Eterno Sacerdote, tus carismas, te fueron transmitidos un día por tu obispo, pero te fueron dados por El Espíritu Santo, y, los dones de Dios son para siempre.
Podrias y sería válido tendría efecto, absolver, pero La Iglesia, jerárquica, te pidió que no, y, aunque te gustaría, obedeces como buen hijo, y, por ello buen sacerdote
Ahora parece que os llaman, y, no dudes los fariseos de siempre se van rasgar las vestiduras, como Jesús pasa de ellos.
Te voy a confesar 3 cosas
La primera me gustan por puro egoísmo los curas célibes
La segunda, creo que el celibato debería de ser opcional
La tercera, nunca entendí porque La Iglesia, de la que me siento hija, y, miembro no os permite a los sacerdotes casados, celebrar, y, sin embargo acepta en la rama latina, y, ordena porque sus ordenaciones no las considera válidas a hombres casados, que en sus Comunidades o Iglesias luteranas, anglicanas, eran presbíteros; podría ordenarlos como diáconos, pero no, los ordena como presbiteros, ellos sin pueden celebrar, y, administrar sacramentos. Vosotros los curas casados, no. Pues eso no lo entiendo-
Gracias, célibes o casados, que Dios nos de sacerdotes como tú
Estoy muy de acuerdo. La Iglesia la formamos todos, no solo la jerarquía. Cada uno, según los dones recibidos, debe tomar parte a todos los niveles y servir a los demás, independientemente de ser hombre o mujer, laico o clérigo. Pero desde hace siglos funciona la Iglesia como sociedad patriarcal, donde la mayoría no puede dar su opinión y menos votar. Esa no es la Iglesia de Jesús de Nazaret. El evangelio muestra algo bien diferente. Y en las lecturas de este tiempo de Pascua se ve claramente el protagonismo de las mujeres, a las que Jesús dignifica y con las que cuenta en aquella sociedad en que las marginaba.
Gracias, Juan. Comulgo con todo lo que dices, y albergo un pequeño rayo de esperanza de que estas circunstancias que nos están tocando vivir, traigan algún cambio. Besos a mi compi Susana.
Yo también “Creo en una Iglesia donde cada cristiana o cristiano asume su propio ministerio, según sus dones y carismas y las necesidades de su comunidad.” Pero tengo pocas esperanzas en que nosotros, tu y yo, veamos este cambio. Un fuerte abrazo y gracias por compartir