Isla de La Madame

Toda la familia hemos comenzado un viaje en coche por Francia, Reino Unido e Irlanda. Es nuestra forma de celebrar las bodas de plata y de convivir tras un año de Erasmus de Daniel donde no hemos estado juntos con tanta frecuencia. Iremos visitando amigos y familiares y, cuando no haya casa, siempre habrá un lugar donde acampar.

Hoy hemos salido de Zaragoza y hemos llegado al sur de La Rochelle, a un campin en Port de Barques, junto al istmo que, dos veces al día, permite ir a pie o en coche hasta la Isla de La Madame. De repente, como si Moisés extendiera su vara, baja la marea y queda un largo trecho de tierra por donde caminar flanqueado por una pradera de algas a ambos lados.

En varios momentos de mi vida, cuando a veces he creído imposible llegar a un lugar, un objetivo, una meta… se han abierto las aguas que lo impedían y me han permitido avanzar.

Nuestros sueños y nuestros ideales son potentes velas que nos proyectan hacia adelante. Pero, examinemos hacia donde nos llevan porque también nos fascinan destinos indignos de lo mejor de nosotros mismos.

Que los vientos de la fe, la esperanza y el amor nos conduzcan hacia nuestra isla de Ítaka, en la que hemos depositado todas nuestras ilusiones. Al llegar, posiblemente, como dice Kavafis, no la encontraremos tan bella como la imaginábamos, pero sin ella nunca nos hubiéramos echado al mar ni conocido países, puertos y gentes que nos han hecho más sabios y mejores.

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