Si hay una belleza esencial de esta tierra es la de los niños y niñas. Niños color chocolate de todas las tonalidades, sonrientes, despiertos, asombrados, asombrosos… Viven felices en su sencillez a pesar de que su vida podría ser menos dura, más fácil, más segura… Aquí nada está garantizado… Todo pasa, todo puede torcerse, todo puede ser engullido por la el torbellino de la fatalidad. Por eso es importante cada momento presente, cada persona que llega, cada instante, retazo de eternidad. Y entonces, ¿por qué no sonreír y dar gracias?
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Jo0o!!. Cuanta razón Juan, he estado en Taizé y he descubierto que no sé vivir el presente, con la gente que estoy,si no pensando en que tengo que hacer mañana y organizarme. Un gran abrazo a tod@s y me alegro que estéis bien.
Y entonces, ¿por qué no sonreír y dar gracias?