Yaundé es la capital de Camerún, una ciudad que se extiende por innumerables colinas que le dan un paisaje espectacular.
En las últimas dos décadas ha experimentado, como muchas ciudades de Camerún, un crecimiento exponencial, más que doblando su población. El problema es que apenas hay planificación urbana, por lo que las casas crecen como hongos, sin acceder a alcantarillado ni agua corriente (la electricidad enseguida llega) hasta mucho después de ser habitadas, con los consiguientes problemas de abastecimiento y sanidad.
Hay un “centro” de la ciudad más organizado (no se permite el paso de “okadas” o mototaxis), con algunos rascacielos y una zona comercial para gente rica junto al gran mercado, que está sin terminar desde tiempo inmemorial (aún están los andamios) pero, de cualquier modo, es usado por los comerciantes. El resto son decenas de barrios donde la vida se organiza a sí misma en todos los temas, en especial el del tráfico, algo casi milagroso en una urbe con cerca de un millón de habitantes en la que ver un semáforo es toda una novedad.
La ciudad, como Bamenda, Duala, Baffoussam y otras grandes ciudades, tiene varios alcaldes, según explican para conocer mejor los problemas de los barrios y resolverlos, aunque a mí me parece que es para que ningún gran alcalde pueda hacer sombra o competencia al presidente Paul Biya, que lleva sentado en el poder desde hace 32 años, dando “estabilidad” al país a base de una pseudodemocracia tribal que alimenta a una élite extractiva que medra a base de una gran corrupción administrativa. He aquí el gran problema de este país que, con sus recursos naturales y su gente maravillosa, podría ser un polo de desarrollo para todo el África Central.