Junto a la carretera, mientras avanzamos hacia Yaundé, una procesión incesante de caminantes, cada uno con su vida, con sus ilusiones, con su peso a cuestas…
Siempre me ha gustado pensar qué hubiera sido mi vida si hubiera nacido en la piel de otra persona, en otras circunstancias o en otro tiempo…
La carretera es para mí un lugar ideal para esta contemplación, para dar gracias por lo que soy, para sentirme hermano de los demás.
Y, en el camino, recuerdo los hermosos versos de Pedro Casaldáliga:
“Y llegaré de noche
con el gozoso espanto
de ver
por fin
que anduve
día a día
sobre la misma palma
de Tu mano…”
Ha sido muy emocionante esperar todos los días para poder estar mas cerca de vosotros al leer vuestra maravillosa aventura, creemos que este comentario ya lo vereis en España. Qué esperiencia y que recuerdo para los cinco, nunca lo olvidareis, y nunca lo olvidaremos, gracias por este blog. Un abrazo y un besazo de esta familia.
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