Cojo tu mano, tato

Cojo tu mano, tato, cuando te estás yendo… La misma mano que cogí cuando eras un bebé empezando a caminar y yo tenía un añico más que tú. La misma que uníamos para ir al colegio de las monjas de Sariñena cruzando la calle, luego a las escuelas nacionales, y más tarde, siempre juntos, siempre a la vez, al colegio de los Escolapios. Manos con las que aprendimos el paloteado del dance Sariñena, con las que tocamos las castañuelas en la jota, con las que llevábamos el compás en las clases de solfeo de Maricruz, con las que empezamos a… Seguir leyendo…