A las Cortes de Aragón, ante la Comisión de Comparecencias y Peticiones Ciudadanas
Buenos días, señores diputados y diputadas:
Es para mí un honor poder hablar en esta casa común de todos los aragoneses y aragonesas. Agradezco a D. Pedro Martínez, presidente de la Fundación Escuela y Despensa, que me haya dado la palabra. Comparezco como amigo de la Fundación, como profesor de la concertada y, sobre todo, como padre de tres alumnos en edad escolar. Deseo defender el Proyecto Educativo en el que creemos muchas familias aragonesas: el de respeto mutuo y cooperación entre la escuela pública y la concertada.
En menos de quince años, nuestros colegios e institutos se han regido por nada menos que cuatro leyes educativas: la LOGSE, la LOCE, la LOE y la LOMCE, con sus correspondientes versiones aragonesas. No existe parangón en ningún país del mundo.
Ante esta situación, la sociedad demanda que todos los agentes sociales implicados creen un gran Pacto de Estado que dé estabilidad y calidad a nuestro sistema educativo. Con este fin, la Comunidad Autónoma de Aragón impulsó el Pacto Social por la Educación (PSE) aprobado por el Consejo Escolar de Aragón hace apenas seis meses, pacto que reunió en la misma mesa a todos los implicados en esta gran tarea. En la Introducción del PSE se puede leer:
Su objetivo fundamental es establecer, de forma consensuada con todos los sectores de la educación, una serie de acciones encaminadas a fomentar la equidad, la calidad, la participación y el éxito educativo de todos los estudiantes de la Comunidad Autónoma y a lograr una estabilidad legislativa y presupuestaria que facilite el progreso hacia la mejora del sistema educativo.
Este pacto aragonés podría ser el modelo para un gran Pacto de Estado. Pero, en los últimos meses, el Gobierno de Aragón, con las exigencias de Podemos, ha impulsado medidas que han ido directamente contra la Enseñanza Concertada y contra el derecho de las familias a elegir el centro educativo que desearan para sus hijos e hijas. De forma arbitraria, sin buscar el consenso del que habla el PSE, decidió cerrar aulas plenamente demandadas por las familias, como se ha demostrado con creces en el proceso de admisión que terminó la semana pasada cuando los centros cuyas aulas se pretendía cerrar se llenaron al 97,95% mientras los centros públicos donde el Gobierno quería abrir nuevas aulas para compensarlas obtuvieron apenas el 51% de demanda.
Ante este ataque unilateral, más de 30.000 personas salimos a la calle el pasado 4 de abril en la mayor manifestación por la Educación que se ha visto en Aragón. La situación ha desembocado en una auténtica guerra en distintos foros y redes sociales que enfrenta a los partidarios de la libertad de elección frente a quienes desean la desaparición de la escuela concertada, opción a la que se apuntó el Presidente de Aragón cuando, en estas mismas Cortes, afirmó (20 de abril) que aspira a que “la Concertada no sea necesaria”. Jamás pensamos que un presidente de todos los aragoneses pudiera torpedear el PSE que acaba apenas de nacer. Tampoco que dijera en esta casa que es la jerarquía de la Iglesia quien ha creado esta guerra artificial. Fuimos ciudadanos de a pie los que salimos a la calle al grito de “Libertad”. Pero reclamábamos mucho más que eso: dignidad, justicia y verdad.
Señores diputados y diputadas: El éxito educativo para todos los estudiantes de Aragón que pretende el PSE solo será posible si unimos todas las fuerzas de quienes luchamos por una escuela mejor. Los centros de titularidad pública y los centros privados sostenidos con fondos públicos somos dos formidables equipos que podemos cooperar para lograr paliar nuestras deficiencias, que las tenemos. Pero, imaginen que el Barcelona o el Madrid, para conseguir ser el mejor equipo del mundo, decidiese que había que eliminar al otro físicamente para conseguirlo… La cooperación, la sana emulación y la competición entre equipos diversos hace crecer las sociedades plurales y democráticas. ¡Qué mundo más triste el de las sociedades uniformizadas donde no florece la libertad! Es por ello que, hoy, debemos salir a esta tribuna a desarbolar los mitos, bulos, estereotipos y prejuicios con los que algunos de ustedes alimentan ideas falsas sobre la concertada y la quieren convertir en el chivo expiatorio de la pública.
Comenzaré recordando que la Educación es un servicio público que, como tantos otros, es dado por el Estado a través de funcionarios o de entidades colaboradoras. La concertación abarca a todos los ámbitos de la Administración, y mucho más a la Escuela. En este aspecto, frente al tópico “Spain is different“, debemos decir que España no es diferente. Un 20% de la escuela europea es concertada. En Aragón llega al 25%, por debajo de la media nacional, que es del 30%. Países como Bélgica tienen más concertada que pública. Francia, el modelo laicista por excelencia, tiene un 14% de concertada. En toda Europa crece la concertación.
La Enseñanza concertada no es un tapagujeros de la Administración, un mal menor del que puedo prescindirse a base de abrir más aulas públicas, como ha quedado bien demostrado en este último proceso de admisión. Señores diputados: la concertada será siempre necesaria porque las familias, en ejercicio de su libertad, garantizada por el artículo 27.3 de nuestra Constitución y por los Derechos Humanos, la seguirán eligiendo para sus hijos. Como sentenció nuestro Tribunal Supremo el 25 de mayo de 2016, y cito: “No resulta de aplicación el principio de subsidiariedad en relación con la enseñanza concertada (…). Es decir, el sistema pivota sobre dos ejes, la enseñanza privada concertada y la enseñanza pública. No se otorga (…) a los centros privados concertados un carácter secundario o accesorio respecto de los centros públicos, para llegar únicamente donde no lleguen estos últimos, es decir, para suplir las carencias de la enseñanza pública”.
Solo la ideología puede motivar algo tan antieconómico para la Administración como la desaparición de la concertada. Un puesto escolar de la concertada cuesta a la Administración mucho menos que uno de la Pública, en algunos casos la mitad. Esto es una realidad objetiva que ustedes conocen aunque, curiosamente, en el documento Diagnóstico del Sistema Educativo de Aragón (Junio 2016) previo al PSE quedó maquillado. ¡Qué casualidad que en todos los parámetros analizados se separen los datos entre pública y concertada menos en la tabla 34! Aquí solo se dan datos compactados: el gasto por alumno costaba hace dos años en Aragón 4.092 €.
Esa supuesta virtud de la Concertada, el que sea más barata, sin embargo, está basada al menos en siete injustas desigualdades:
Primera: la aportación de la Administración por puesto escolar concertado es insuficiente, tal y como está reconocido en diferentes estudios y auditorías.
Segunda: los trabajadores de la concertada trabajamos más horas que los de la pública. Para poner un ejemplo, según el documento antes citado (tabla 25), los de la ESO de la concertada trabajan 25 horas de tiza a la semana mientras que en los institutos se trabajan 21 (tabla 25).
Tercera: hay tres alumnos más por profesor en la concertada que en la pública (tabla 65).
Cuarta: hay mucho menos profesorado para la atención a la diversidad. La tabla 38 no está separada en las dos redes porque, quienes la hicieron, tampoco querían hacer ver esta injusticia.
Quinta: si un profesor cambia de centro, a pesar de tener al mismo pagador, pierde su antigüedad. No hay movilidad, no hay posibilidad de intercambios y ayuda mutua.
Sexta: El Bachillerato, que en otras autonomías está concertado, no lo está aquí y supone un gran gasto a las familias que optan por nuestros centros.
Y séptima: los trabajadores de la concertada, con más horas, más alumnos y menos ayudas pedagógicas, cobramos un promedio de 500 euros brutos menos al mes que en la pública.
Estas siete desigualdades han sido largamente denunciadas por nuestros sindicatos en foros y mesas sectoriales. Hace tiempo que ustedes decidieron resolverlas, pero no lo han hecho. Sepan que son una de las razones, por ejemplo, del desigual reparto de inmigrantes y no que discriminemos en los procesos de admisión, algo que saben que es falso.
En esta guerra esquizofrénica, cuando no quedan argumentos por defender, pasan algunos a la descalificación personal, argumentando que los profesores de la Concertada no pueden aspirar a dejar de ser trabajadores de segunda porque no han pasado una oposición. Los profesores de la concertada somos tan profesionales como los de la pública, y la inmensa mayoría no nos hemos presentado nunca a una oposición porque somos felices donde estamos. Creemos en la escuela que ejercemos, en sus idearios, en sus valores, y, en nuestro caso, en su modelo de humanismo cristiano que busca construir una sociedad más justa, más fraterna y más solidaria desde el Evangelio. ¡Dejen algunos de ustedes de perdonarnos la vida por no ser funcionarios, como si el serlo fuera sinónimo automático de calidad! Es la Universidad la que nos dio la titulación necesaria para ser educadores y dar cada día lo mejor de nosotros mismos por nuestros chavales, para generar programas de innovación y para crear climas de convivencia y respeto que las familias aprecian.
Dejen también de descalificar a “la patronal” como si estuviéramos hablando de la casta o del liberalismo salvaje del siglo XIX. Nuestros centros son dirigidos por entidades sin ánimo de lucro, la mayoría congregaciones religiosas que desde hace siglos y hoy en día trabajan sin descanso por los más necesitados aquí y en muchos países del Sur. Otros son cooperativas de trabajadores y trabajadoras que siguen levantando colegios para dar servicio en zonas sin suficientes centros de titularidad pública. No lo hacen solo para ganarse el pan, sino para hacer realidad su sueño de una escuela alternativa, innovadora y plural.
No nacimos ayer. No somos producto, como algunos pregonan, de los “conciertos que se inventó el PSOE” en 1985. La red que hoy llamamos concertada existía desde mucho antes de que se crearan los centros de titularidad pública con la Ley Moyano de 1857. Esta ley ya reconocía la presencia de congregaciones religiosas que venían ofreciendo educación gratuita, también en colaboración estrecha con los ayuntamientos. Entre ellas, por poner un ejemplo que yo conozco bien, estaba la Orden de las Escuelas Pías, fundada por San José de Calasanz, sacerdote y educador aragonés que en 1597 abrió en Roma la primera escuela pública e introdujo en la Europa del siglo XVII la escuela popular, gratuita y abierta a todos, incluidos protestantes y judíos, y sobre todo a los más pobres. El Consejo de Aragón le pidió un colegio para Zaragoza en 1648. La primera fundación llegó a Barbastro en 1677. Antes de la Ley Moyano los escolapios ya habían fundado colegios en 11 localidades aragonesas. Solo en Zaragoza hay 134 calles dedicadas a sus exalumnos, entre ellos Goya y Palafox. Si sumáramos los de otros muchos centros concertados, como los jesuitas, cuyo primer colegio zaragozano se fundó en 1547, la lista sería impresionante.
Señor Lambán, Señora Mayte Pérez, Consejera de Educación, señores diputados/as: construyamos Aragón. Desistan del camino que han emprendido y vuelvan al PSE. Pública y concertada podemos ser dos formidables equipos que, en igualdad de condiciones, colaboremos para dar un gran giro a la educación aragonesa. Fomenten el que, en vez de estar enfrentados, cooperemos más y mejor. Háganlo, por favor, por el bien de todos los niños y jóvenes aragoneses.
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TURNO DE RÉPLICA a las intervenciones de los Diputados y Diputadas
En estos cinco minutos que me quedan, simplemente querría agradecer a todos el apoyo porque creo que hay muchas personas en esta Cámara que están de acuerdo en la idea fundamental que hemos venido a traer.
No hemos venido a hablar contra la Pública. Personalmente, fui educado en la Escuela Nacional de Sariñena y al maestro que yo tuve, Don Gonzalo Yáñez, lo sigo visitando cada año. Creo, y he dicho varias veces, que la Pública es un equipo fenomenal, igual que el de la Concertada. He hecho tres huelgas, y me he gastado 460 euros y he ido a las manifestaciones contra la LOMCE – excepto a la última que me parecía que no tenía lugar- porque no creo en una Ley, la LOMCE, en la que veo también cosas muy positivas -si algún día pudiera explicarlo, las explicaría, porque he sido educador de cinco años con niños hispanos de Nueva York, nueve años en Camerún y he sido director del Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación de Madrid, además de trabajar en tres colegios concertados de Zaragoza, de los cuales uno dirigí, el Cantín y Gamboa-… Entonces, con todas esas experiencias les puedo decirl que la LOMCE tiene cosas positivas… Pero tiene una cosa muy negativa: y es que no se puede crear una Ley pasando la apisonadora por todos los demás partidos políticos.
Necesitamos un Pacto. Y en ese Pacto tenemos que estar todos sentándonos para hablar y cada uno para mostrar sus sensibilidades. Es posible que ideológicamente no nos pongamos de acuerdo en algunas cosas. Pero es evidente que España, que Aragón, que cada una de las Comunidades Autónomas tiene gente maravillosa, y nosotros los primeros porque tenemos a Calasanz que es el que da nombre a la medalla que se entrega a los mejores educadores en esta Comunidad Autónoma.
Tengan seguro que estamos aquí para remachar, para acentuar esa idea: busquen, por favor, la cooperación entre Pública y Concertada. Hay una valla que nos separa, es una valla artificial, una valla que se ha construido no ahora, una valla que se lleva construyendo, como acaba de decir el Sr. Briz, quizás desde la Ley Moyano, una forma de ver la vida que nos separa.
Es verdad que ha habido escuelas concertadas y formas de educar muy diferente a la que nosotros hablamos. Les digo que contemplen a la Concertada de hoy en día como una escuela que no discrimina, una escuela abierta, una escuela que sigue todas las indicaciones del Gobierno de Aragón para garantizar que los procesos de escolarización sean totalmente abiertos y transparentes. Y para ello se emplean ustedes a fondo.
Saben que es verdad que tenemos muchos menos inmigrantes, pero les diría yo en esta mañana: resuelvan esas siete desigualdades y verán cómo se resolverá el otro problema. Porque cuando las familias de los emigrantes y las familias con ACNEE saben que nuestros colegios no tienen los recursos necesarios, con suficientes profesores liberados para poder dedicarse a las necesidades educativas especiales, o a la atención de los inmigrantes que vienen además con diferentes lenguas , evidentemente las familias, en el derecho de su libertad, también los emigrantes, eligen el sistema público, no porque nosotros cerremos las puertas, sino porque saben perfectamente dónde se les va a atender mejor.
Y les decimos: por favor, trátennos con igualdad. Los Colegios a los que se les concede los recursos necesarios, por ejemplo en el Autismo, que es el caso de mi colegio, Cristo Rey, saben que nuestras tres aulas con Autismo han ganado distintos premios nacionales. No venimos aquí a ponernos ninguna medalla, solamente a decir: trátennos con más igualdad y fomenten el que unos y otros nos juntemos en una mesa común para aunar esfuerzos porque es lo que nos demandan las familias de Aragón y es lo que nos demandan nuestros niños y niñas que están creciendo y necesitan lo mejor: los mejores servicios públicos, que también nosotros damos.
Muchas gracias.
VÍDEOS:
DOCUMENTOS:
MEDIOS:
- Nota de prensa de las Cortes de Aragón
- El Periódico de Aragón
- Artículo de Juan Yzuel en Heraldo de Aragón: “Dos equipos que deben cooperar” 17 de mayo de 2017.
Comparto totalmente la exposición de mi amigo Juan Yzuel en las Cortes Aragonesas. La pena es que tengamos representantes en esa Comunidad y en otras que quieran eliminar las opciones de pluralidad educativa, en contra de los derechos de los ciudadanos a elegir democráticamente su opción educativa para sus hijos. Yo estudié con los Escolapios, a los cuales les debo mi educación. Soy profesor de la pública.
Gracias Juan por tu labor. Hace falta mucha gente como tú.
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