Hay playas y playas… Pero esta es, sin lugar a dudas, la playa más importante del siglo XX: Omaha Beach, en el norte de Normandía. Allí, el 6 de junio de 1944, se produjo el principal desembarco de la II Guerra Mundial, una colosal hazaña humana, militar y logística que cambiaría el futuro de la Humanidad. Quizá solo una playa le supera en importancia en la Historia: la playa de Guanahani en la que Colón y varias decenas de marinos españoles, arriesgándolo todo a cara o cruz, descubrieron América para el resto del mundo.
Junto a soldados de otros países (australianos, canadienses, británicos…) que desembarcaron en otras playas cercanas, varios miles de soldados estadounidenses, muchos de ellos rozando apenas los 20 años, se enfrentaron al infierno que había diseñado Erwin Rommel: una línea defensiva casi impenetrable. Pero, dejándose muchos de ellos la vida en este empeño, consiguieron doblegar al ejército alemán y comenzar una carrera hacia Berlín que acabaría un año después con Hitler y su apocalíptico y criminal imperio, el III Reich.
Honor y gloria a tantos hombres que lo dieron todo por nuestra Libertad; no solo en Normandía, sino también en mil batallas anónimas a lo largo de la Historia. En un mundo que tiende de nuevo hacia las dictaduras, y donde miles de millones no han conocido nunca la Democracia, que su memoria nos siga iluminando.
Como decía Labordeta, el gran poeta aragonés, “Habrá un día en que todos,/ al levantar la vista,/ veremos una Tierra/ que ponga Libertad”. Su estrofa final se vivió aquí, en esta playa de Omaha, de forma magistral: “También será posible/ que esa hermosa mañana/ ni tú, ni yo, ni el otro/ la lleguemos a ver,/ pero habrá que forzarla/ para que pueda ser”.