El sábado vino a vernos la hermana Valsa, religiosa india de Santa Ana y amiga nuestra. Por la noche tuvimos la última cena con la comunidad, Ángel Valenzuela (que volvió de vacaciones hace un par de semanas), las calasancias y los hermanitos de Jesús (el Hno. Ventura estaba visitando a Isidore tras un encuentro en Foumban). La velada incluyó canciones de los sesenta de cuando Isidore fue novicio en Farlete. Él se acuerda de una canción que debía sonar surrealista en pleno Monegros ya que habla de bomberos: “¿La escalera dónde está, dónde está la manguera? No perdamos el control…” La fiesta acabó con la visita de la selección nacional de Camerún: ¡Marta y Eulalia les regalaron a los niños la camiseta y el pantalón de fútbol!
El domingo, tras la misa de la mañana en Mbelewa y el saludo a la comunidad de Menteh, hemos emprendido nuestro viaje final de vuelta a casa. Nos ha costado a todos despedirnos de nuestros amigos y, sobre todo, decir adiós a Romeo Romeo Nghemteu y Jude Rauch, que han sido nuestros hermanos durante estos dos meses aquí. “Mamá Susana marcha y con ella queda un gran hueco en la casa”, nos decía Romeo… También echaremos de menos a Kizito, que se fue hace dos semanas a hacer unas prácticas de sus estudios de veterinaria.
Atrás queda, para mí, el tañido de la llanta de camión con la que el catequista nos ha despertado cada día a las cinco de la mañana y la misa de las seis en la iglesia de Menteh. Atrás quedan las decenas de conversaciones con hermanos y hermanas que han venido a verme. Por delante, todo el camino que hemos reabierto, todos los proyectos en los que colaboraremos, toda la amistad nueva o renovada por vivir.
Gracias, Señor. Consérvanos en la comunión de los santos.