Esta semana estoy impartiendo un curso de escritura del diario personal en la casa de formación de los escolapios en Kumbo. Participan en este cursillo los novicios escolapios, las novicias franciscanas de Shisong y las postulantes calasancias que han venido desde Futru-Nkwen. Son en total, con los formadores, 35 personas llenas de ganas de aprender y de crecer en todas sus dimensiones. El lugar, por otra parte, es maravilloso. Los escolapios acaban de inaugurar este centro de formación que puede acoger a decenas de personas en un ambiente de gran silencio y belleza.
Hace años que doy estos cursillos a personas muy variadas y de distintas edades. Desde que tenía 14 años he ido escribiendo algún tipo de diario. En Estados Unidos participé en varios cursos y talleres, dado que allí se le da mucha importancia a esta disciplina. A mí me ha ayudado mucho y por eso la comparto con mis alumnos, otros profesores, los voluntarios de las salesianas… Usamos muchas técnicas, desde las etapas de Ira Progoff hasta los mandalas o los mapas de vida, la relajación y la meditación.
Está siendo una gozada ver a estos jóvenes descubrir, sanar o celebrar aspectos escondidos u olvidados de sus vidas para adquirir más sabiduría para el presente y el futuro. Ojalá, a su vez, la compartan con otras personas. África es un continente con muy poca tradición de escritura. ¡Y hay tanto por conocer y celebrar aquí, tanta Vida a la que dar voz!
Hoy era el día de la Asunción y les he pedido que escribieran su propio “Magníficat”, siguiendo el ejemplo de María. ¡Cuántas maravillas hace Dios en nuestras vidas, en todas la vidas, aun en las más humildes y anónimas!