Javier Bosque es, más que un amigo, mi hermano. Desde que comenzamos a trabajar en el Grupo Scout Calasanz de Barbastro en 1979 hemos peregrinado juntos por muchos paisajes humanos y espirituales. Compartí con él la aventura evangélica de fundar la comunidad escolapia de Brooklyn. 33 años después, él sigue allí, al pie del cañón, junto con su esposa, Conce, y dos hijos a punto de casarse, batiéndose el cobre sirviendo como director de la misión de servicios sociales de la parroquia de la Transfiguración, hoy llamado “Centro Kaverlis” en honor al anterior párroco, Bryan Karvelis.
Anoche, tras la cena, visitamos la misión donde, entre otros servicios (Inmigración, empleo, situación de pobreza y exclusión…) hay un refugio para personas sin casa, una docena de hombres maduros que luchan con la ayuda de Javier por reconducir sus vidas. Personas de varios países en las que se ve las cicatrices de la vida, la mirada cansada de quienes han bajado las manos, el brillo de la esperanza de quienes siguen encontrando razones para sacar adelante sus proyectos vitales, la dignidad de saberse queridos y acogidos en una improbable comunidad donde Javier oficia de anfitrión, padre, sargento y hermano. De sacerdote, donde los haya.
Hace unos meses, Íker Jiménez dedicó un programa de Milenio 3 de la Cadena Ser a hacerle una entrevista tras haberle tenido como invitado en su programa “Cuarto Milenio” a principio de marzo de 2015. Os invito a escucharla.
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