Hemos ido a visitar al Fon de Nkwen, Ngufor III. Podríamos traducir “fon” como “rey” o “jefe” de la tribu. A partir de allí, olvidaos de cualquier idea de lo que es un palacio. Y, para un botón, mirad las fotos de las casas…
Ngufor III lleva cincuenta y tantos años al frente de esta tribu. Los alemanes y los ingleses que colonizaron esta parte de Camerún respetaron bastante la estructura tribal, mientras que los franceses la arrasaron. Calculo que los Nkwen serán en torno a los 60.000, repartidos no sólo por su territorio natural, sino también por el resto de Camerún y muchos países.
Las funciones del Fon son, sobre todo, mantener las tradiciones, proteger las tierras comunales, resolver disputas entre vecinos, realizar ciertas ceremonial ancestrales, fomentar el bienestar de su pueblo y representarlo ante las autoridades del estado.
Ngufor III tiene, como buen fon, unas cuarenta esposas, algunas de ellas mujeres de su padre, el anterior fon, pero también las hay jóvenes. Hace 25 años tenía más de 60 hijos; el número 72 se llamó Calasanz. Ahora irá por el centenar. Recuerdo que, hace años, le preguntamos si los conocía bien a todos y nos respondió que tenía sus nombres apuntados en un libro… De hecho, son las mujeres las que se encargan de sus hijos y, en ocasiones, son las familias de ellas las que las ayudan a sacar adelante su prole mientras que el fon se preocupa más de los estudios secundario. Mi impresión ha sido siempre que la mayoría de los niños del poblado tenían una vida familiar mejor que los hijos del fon.
El palacio es un lugar muy ceremonial donde hay que respetar ciertas tradiciones. No se pueden hacer algunas cosas: hablar al rey antes de hacerlo él, hablarle directamente si él ha decidido hacerlo a través del Nchinda, o “portavoz”, cruzar las piernas, tocarlo si él no decido darnos las mano… Más allá de estas formalidades que les han resultado curiosas a los niños, el encuentro ha sido muy cordial. Yo he ido con el gorro tradicional con la pluma roja que el Fon me concedió al marchar a España en gratitud por mi trabajo en Nkwen. Él me ha llamado siempre Tamandung. Nos ha servido de enlace Michael Wankwe, catequista de Futrú y ha venido con nosotros el Pa Anthony. Romeo y Gerald han aprovechado para venir a saludarlo. Una de sus esposas, la madre de Calasanz, nos ha atendido y nos ha servido una comida, y su hija, Mia For, que vive en Menteh, nos ha enseñado el palacio, poniendo especial atención a la piedra ceremonial donde se prepara el aceite de palorrojo con el que se pinta la piel de las princesas cuando van a casarse.
(Repasando las fotos de las casas de adobe, me estoy acordando de mi amigo Joseje Solchaga; seguro que él contaría aquí aquel viejo chiste del diccionario de Tip y Coll: “Balacio”: lugar suntuoso donde se reúnen las ovejas…).
Ni que decir tiene que le hemos llevado unos regalos de nuestra tribu: ¡una botella de cava y una Virgen del Pilar!