Hemos ido a visitar “Nuestros niños”, la guardería que creó John Mulhern, sacerdote de la Transfiguración que, tras casarse, dedicó toda su vida a los niños del barrio. Hace un año, la calle donde está la guardería fue renombrada en honor al servicio que John había realizado a la comunidad.
Allí trabaja Conce Bosque, la mujer de Javier Bosque, dirigiendo un programa que consiste en que decenas de mujeres atiendan en sus propias casas a niños de edificios cercanos. Son miniguarderías con cuatro o cinco niños como máximo. Conce las entrena para que sigan un plan supervisado por ella de juegos, psicomotricidad, higiene, comida… Ha luchado mucho este año, en medio de los recortes a los programas sociales, para que siga adelante este servicio tan importante para la población hispana de la zona y para estas colaboradoras de “Nuestros Niños”.
Cuando miro a Conce y a Susana en esta foto no puedo menos que enternecerme. Ellas comparten muchas cosas. Las dos son buenas maestras y les encantan los niños. Dedican un gran parte de su energía a hacer bien su labor. Las dos son madres, con todo lo que eso significa. Pero, a la vez, son nuestras esposas, mujeres de sacerdotes casados que seguimos intentando servir al Señor y a su Pueblo donde y cómo podemos. Ellas podrían contar muchas cosas de lo difícil que es, a veces, esta especial vocación. No somos gente fácil… al menos yo no lo soy. Ellas son hermanas, se reconocen mutuamente como personas que tomaron decisiones muy difíciles, que tuvieron que vencer sus miedos y que lucharon por sacar adelante sus sueños. ¡Gracias, valientes!
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