Vuelo hacia casa en un avión de Continental Airlines pasando por Lisboa… Es la noche del domingo de Pascua, el fin de una Semana Santa en la que he podido realizar mi sueño de volver a ver a mi gente de la parroquia de la Transfiguración.
Quería orar, hacer silencio, llenarme del cariño de la “Gran familia“, hablar con el Padre Bryan Karvelis, visitar a algunas familias, celebrar el triduo pascual, recargar la pilas para seguir “en la lucha”… ¡Gracias, Señor, por darme este gran regalo!
Pude volver con Bryan a la casa de retiros de Tabor para estar haciendo “presencia a Dios” antes de comenzar el triduo pascual. Bryan está delicado de salud y débil, pero se empeñó en ser él quien llevara el auto hasta allá, donde gozamos de la naturaleza y de esta capilla tan hermosa, silenciosa y llena de recuerdos donde sigue creciendo el “nkeng“, la planta de la vida que traje desde Camerún en 1989. De alguna forma, toda mi vida está en este lugar, Tabor, donde me sigo retirando espiritualmente en lo más íntimo de mi corazón cuando busco al Señor.
Disfruté de mi estancia con Conce y Javier Bosque, que me acogieron con todo cariño y generosidad. En estos siete días tuve muchos encuentros: Fred Garel y Mimi Lamb; la gran familia de José y Alicia Estévez; Doña Rosa Hernández; Amantina y Natalio Durán; Heroína Ortega; Julia Vázquez; Freddy, Marisela y Nelly Rosario; Gloria y Pascual Chico (que organizaron una cena donde nos vimos unos cuantos); Luis Toro; el diácono Germán y Edith Martínez; Luisa y Miguelito de los Santos; Annie y Frank Rosales; el Hermano Vishwas; Félix Ganuza y José María Clavero de la parroquia escolapia de la Anunciación de Manhattan; las hermanas Carmelitas Vedrunas… Además estuve en las celebraciones, donde sería imposible mencionar a todos los hermanos y hermanas que me abrazaron.
La cena de la pascua, al estilo judío, antes de la eucaristía del Jueves Santo, la celebramos en casa de John y Luz Mulhern junto con Bryan, la hermana Peggy y y la hermana Marcellus. El viernes participé en el viacrucis por las calles, donde cada año esta comunidad denuncia y ora por las injusticias del mundo donde Cristo es clavado cada día. El sábado, en la Vigilia Pascual, disfruté cantando con el coro. Hoy, tras la misa y la comida deliciosa que Javier ha preparado, me ha traído a Newark para tomar este vuelo.
Gracias, Señor, por este regalo, por haber podido estar con Bryan y esta gran familia de la Transfiguración. Sus nombres, sus rostros, su testimonio de vida… están grabados a fuego en mi corazón.
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